miércoles, noviembre 02, 2005

E 196

Nov. 2, 194720
En esta fecha, desde que apunta el alba, muchos espíritus se elevan en oración por lo que ellos llaman: sus muertos. Yo os digo que está muy bien que los recordéis, que tengáis para ellos un pensamiento de gratitud, de amor, de admiración; pero lo que no está bien es que los lloréis como si fueran bienes que hubieseis perdido, ni tampoco que los deis por muertos, porque si en esos instantes en que vuestros ojos derraman llanto por ellos y vuestro pecho suspira por los que partieron pudierais contemplarlos, quedaríais asombrados ante la luz que los ilumina y la vida que los anima; entonces exclamaríais: Verdaderamente ellos son los que viven y nosotros somos los muertos.--21 ¿Verdad que vivís confundidos cuando lloráis ante un cuerpo inerte, mientras olvidáis que un espíritu vive, vibra y palpita?22 También debo deciros que si en lugar de dedicarles según esta tradición un día a los que pasaron a la vida espiritual, estuvieseis siempre unidos a ellos por el lazo de la oración, su ser invisible pero real en vuestra vida y su benéfica influencia sería sentida por vosotros a lo largo de vuestra existencia, en vuestras luchas, en vuestras pruebas y también en vuestros momentos amables. Y aquellos seres, por su parte, tendrían oportunidad de trabajar en vuestras obras y empresas nobles, con lo cual adquirirían más luz.23 Dije en aquel tiempo: "Dejad que los muertos entierren a sus muertos." Si analizáis con cuidado y con amor mis palabras, veréis cuánta razón tuve al decíroslo.24 Veo cómo todos lleváis en el corazón y en vuestras retinas la última imagen, la visión material de vuestros seres queridos. Al que partió en la niñez, lo recordáis como niño; al que dejó esta vida en la ancianidad de su envoltura, lo recordáis como a un anciano; así como al que se desprendió de un cuerpo extenuado por el dolor o en medio de una dolorosa agonía, así es como lo recordáis siempre; y es menester que meditéis sobre la diferencia que existe entre lo que es cuerpo y lo que es espíritu, para que concluyáis que ahí en donde el hombre muere, nace el espíritu a una nueva vida, donde se cierran unos ojos a la luz del mundo, otros se abren a la luz divina que ilumina la vida eterna del espíritu.
Tercer Tiempo. Compendio de manifestaciones divinas. 5a. edición, México, 1990.

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